El convento de Santa María de Marchena celebra la Novena a Santa Clara en el Año Jubilar de la Esperanza

Del 2 al 11 de agosto

El convento de la Purísima Concepción (Santa María) se llenará un año más de fe, reflexión y comunidad con la celebración de la Solemne Novena a Santa Clara de Asís. Este 2025, en plena celebración del Año Jubilar de la Esperanza, las hermanas clarisas y los fieles que se acerquen vivirán un programa cargado de simbolismo y profundidad del 2 al 11 de agosto.

Una novena con mirada abierta a la vida

Cada día estará dedicado a una dimensión distinta de la esperanza cristiana: desde la fe, la pobreza, la fraternidad o el dolor, hasta la vida consagrada, la juventud o la oración. Las celebraciones estarán presididas por varios sacerdotes que han querido sumarse a este momento especial para la comunidad marchenera.

El primer día, el 2 de agosto a las 20:00 horas, el franciscano Fray Joaquín Pacheco Galán será el encargado de abrir la novena con una celebración dedicada a la fe como raíz de la esperanza, que incluirá además una emotiva procesión claustral por el interior del convento.

Presencias cercanas y mensajes que llegan al corazón

Uno de los sacerdotes más presentes será el Rvdo. P. Daniel Mariño Barragán, quien presidirá hasta cinco jornadas. Desde la pobreza vivida con alegría, pasando por la juventud y la fraternidad, hasta la despedida de Santa Clara el día 10 con la celebración del tránsito y las vísperas.

Otros rostros conocidos acompañarán también a la comunidad en estos días. El día 5 y el 7 lo hará el sacerdote Guillermo Camino Beazcua, centrando sus mensajes en la entrega por amor y la fuerza del diálogo con Dios. Por su parte, el padre Manuel Chaparro Vera hablará el día 6 sobre cómo el dolor, lejos de ser un obstáculo, puede convertirse en luz en medio de la oscuridad.

Un final de fiesta para dar gracias

La novena culminará el lunes 11 de agosto, festividad de Santa Clara, con la Solemne Eucaristía a las 9:30 horas, presidida por el padre Daniel Mariño. Será el broche a diez días intensos en los que la esperanza, vivida desde lo cotidiano y desde la fe, se convierte en el hilo conductor que une a todos los que acuden al convento.